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martes, 13 de abril de 2010

GRUPO DE APOYO



El Centro de Estudios Superiores Guerrero (CESGRO) A.C. le hace la más cordial invitación al grupo de apoyo dirigido a familiares con paciente psiquiatrico, que se llevará a cabo el día lunes 19 de abril a las 18:00 hrs. del año en curso en las instalaciones del CESGRO.
Entrada libre
El grupo de apoyo esta dirigido a los familiares que día a día conviven con un paciente psiquiatrico, este grupo de apoyo es un espacio creado para compartir historias, expresar emociones y ser escuchadas en un entorno de aceptacion, entendimiento y animo. Los familiares comparten informacion y recursos que permiten mejorar la calidad de vida tanto de la familia como del paciente; al ayudar a otra persona los miembros del grupo se fortalecen y generan un constante crecimiento.


Para mayor información comunicarse al telefono: 47 2 24 69 con el Psic. Erick S. Ramirez Guerrero ó contactenos a través de nuestro correo electronico.


Ave. Juan N. Álvarez altos 2 esq. Dr. Raymundo Abarca Alarcón Col. Centro Chilpancingo Gro. C.P. 62000

EL ARTE DE AMARGARSE LA VIDA

Paul Watzlawick (1921-2007). Nacido en Villach, Austria, en 1921. Tras estudiar filosofía y lenguas modernas en la Universidad de Venecia y, posteriormente, hizo prácticas de psicoterapia en el Carl Jung-Institut de Zurich, Suiza. Entre 1957 y 1960 ejerció como docente en la Universidad de San Salvador, antes de integrarse en el Mental Research Institute de Palo Alto, California, donde permanecerá hasta el final de su carrera académica, que incluye la docencia en la universidad de Stanford. Trabaja cerca de Bateson y Don Jackson. Con Jackson y Beavin publicó en 1969 Human communication, en el que se sientan las bases de su construccionismo sistémico que girará en torno a la comunicación y la percepción de la realidad. Es doctor ‘honoris causa’ por las Universidades de Lieja, Burdeos y Buenos Aires. Falleció en Palo Alto (California) el 31 de marzo de 2007.

En el 2003 publico un libro que lleva por titulo "El arte de margarse la vida" donde pone de manifiesto que el ser humano es trascendente y es un organismo biológico desde ya complejo. Como somos humanos podemos modificar nuestro destino por mecanismos de especulación mental, ese libre albedrío nos hace la percepción de la vida complicada o en ocasiones nosotros mismos la complicamos a nuestra conveniencia. Sufrir y quejarse es tan malo como bueno a la vez. El que dice que es completamente feliz, es porque jamás abrió los ojos para ver que pasa a su alrededor. Y el que dice que jamás fue feliz, es también un tonto que jamás abrió los ojos para darse cuenta lo que pasa a su alrededor. El inconformismo (y por ende quejarse y complicarse la vida) es algo natural del ser humano para sentirse vivo. Creemos que somos más humanos a medida que más cuestionamos a la vida y a los demás, y cuando la vida nos cuestiona –las crisis, los contratiempos, las desgracias no son otra cosa– no tenemos tiempo para detenernos a responder, para formularnos las preguntas pertinentes acerca de nuestra responsabilidad, nuestras posibilidades, nuestra verdadera identidad, nuestros miedos o nuestra misión en la vida. Es más, creemos que los hábitos en los que vivimos son los únicos posibles. Cualquiera de nosotros tiene motivos, casi cada día, para preocuparse o entristecerse. Pero estropearse la vida a propósito es una habilidad que se aprende, no es suficiente con sufrir experiencias negativas, tal y como lo propone Watzlawick; es todo un arte. Lo peor es que quienes se empeñan en ver el lado negativo de las cosas, además de convertirse en personas infelices, tienen una penosa facilidad para amargar la vida de quienes tienen al lado, especialmente si las víctimas son niños o jóvenes, o dependen emocionalmente de la persona siempre insatisfecha. Las experiencias desagradables tienden a amarrarnos al pasado y a inhibirnos el futuro, porque nos condicionan y atemorizan. Aunque, efectivamente, amargarse la vida es muy fácil, desarrollar el arte de amargarse la vida de una manera sistemática requiere cierto aprendizaje que se adquiere desde la más tierna infancia. Es cierto que algunos episodios por sí solos nos hacen sufrir y que algunas personas poseen especial habilidad para estropearnos el día, pero también es verdad que, a veces, somos nosotros mismos los que nos empeñamos en castigarnos y los que disfrutamos mostrando al mundo entero lo sufridores que somos. Es más fácil buscar justificaciones en el presente que buscar en el pasado las soluciones de los conflictos que la vida nos plantea y que en ocasiones nosotros mismos buscamos esa complicación para amargarnos la vida. Nosotros los humanos somos inconscientes de nuestros actos, en realidad jamás pensamos en lo que hacemos y, hacemos lo que para nosotros es más fácil, somos perezosos y eso es cierto, es por eso, que nos complicamos la existencia creo que si pensáramos un poquito en nuestros actos no nos complicaríamos la existencia. Uno elige sus problemas, no los problemas lo siguen a uno; las decisiones que tomamos son determinantes para que se presenten. Si observas notarás que los candidatos a amargarse la vida han asumido desempeñar el papel de víctimas en sus relaciones con los demás. Algunos especialistas llaman “triángulo dramático” a una forma de comunicación interpersonal en la que se asumen tres roles. Son formas de captar la energía y la atención ajena. Todos estamos, en muchas ocasiones, de alguna manera metidos en estos triángulos y la tiranía de las víctimas puede mostrarnos que el arte de amargarse la vida puede llegar a mover montañas. Muchas veces la vida nos somete a situaciones dolorosas en las cuales es difícil ser positivo. Pero frente a esos acontecimientos en los cuales tu voluntad y tu deseo no tienen participación, porque en el fondo la vida es como debe ser, la única libertad que tienes es decidir cómo lo vas a tomar. El hecho no va a cambiar, pero sí puede hacerlo la forma en cómo tú lo tomes.
Bris Aldeny Jiménez Morales